EL INTERNET COMO HERRAMIENTA EDUCATIVA
INTRODUCCIÓN
Para obtener un conocimiento es necesario realizar un
sacrificio. Odín, dios nórdico que entre sus virtudes se encontraba el don de
la sabiduría, no estuvo exento del sacrificio por el conocimiento. Sediento de
verdad y sabiduría se aventuró hasta el pozo d Mimir, disfrazado de caminante. Odín pidió a Mimir la oportunidad de beber del agua de su pozo para obtener la
sabiduría, pero Mimir a cambio de
dicha satisfacción le solicitó en ofrenda un ojo.
Odín sacrificó su ojo izquierdo para obtener
sabiduría. Pero nosotros, simples mortales, intentamos creer que los
conocimientos llegarán hasta nosotros de la manera más sencilla y sin esfuerzo
alguno. Creemos que la divinidad de las cosas restaurará en nosotros algo
inexistente, que el conocimiento debiese ser otorgado por nacimiento y no a
través de arduo trabajo.
Las herramientas tecnológicas que se nos brindan para
ser utilizadas en la impartición de conocimientos no nos piden que perdamos nuestro
ojo izquierdo para adquirirlas completamente. Solo nos pide valor, el valor que
Odín tuvo ante el aquel sagrado pozo, valor para intentar, valor para aprender,
valor para afrontar los nuevos retos que se nos impondrán en el trascurso del
aprendizaje de herramientas como el internet.
Nosotros, humanos ¿tendremos el arrojo de los dioses
nórdicos? ¿Pelearemos entre niebla y nieve y beberemos del agua sagrada? Yo
creo que sí.
DESARROLLO
En este nuevo mundo al que nos enfrentamos como
guerreros vikingos, con valentía y arrojo, hay que llevar espadas afiladas que
puedan penetrar la coraza de la ignorancia. Una coraza muy dura, capaz de
reventar lanzas y saetas que no estén fundidas en el metal de la sabiduría, que
son cortadas del árbol de la mediocridad.
Necesitamos valernos del mejor herrero, del creador de
la lanza de Odín. El internet es nuestra fortaleza, veamos este como una espada
de doble filo con la cual podemos cortar de tajo al enemigo, pero que también
al desenvainar de manera inadecuada, nos puede herir mortalmente.
Debemos renovarnos, claro está, para no dejarnos llevar
por el mar de la expectativa quietud. Tomar la batuta del conquistador y
lanzarnos sobre ese nuevo mundo, pues el docente (guerrero) tiene ya la base
fundamental que es el arte de enseñar. Enseñamos y aprendamos entonces,
actualizarnos es no morir.
Si bien es cierto que vemos en nuestra edad una
limitante para el establecimiento de nuevas redes de conocimiento; también es
real que nuestra voluntad es capaz de rejuvenecer el alma y cuerpo, al tal
grado de poder cultivar en nuestro jardín intelectual los mismos conocimientos
que la flor de la juventud.
¿Tenemos miedo de tocar un aparato que nosotros mismos
construimos? ¿Ha llegado el tiempo en
que nuestros inventos nos devoraran con avidez? ¿A caso nuestra humanidad ha
perdido el cauce y ya no deseamos más conocimiento? ¿O es qué creemos ya
realmente en la inutilidad del hombre y preferimos valernos de la utilidad de
la nada?
Creamos entonces que aún dominamos a nuestro alrededor,
y que una computadora no es superior a nosotros. Perdamos el miedo, piquemos
aquí y allá, echemos a perder, investiguemos, realicemos y reinventemos sin
temor a lo que pueda suceder en el interior de un ordenador “inteligente”.
Todo tiene un precio, y el económico es demasiado
normal, pero no es la enfermedad incurable. Así como todo cuesta también todo
es lograble, no es una limitante de por vida el valor de una cosa, este
disminuye y aumenta a disposición del ser humano. Por tal motivo, debemos desechar
en cierta medida el temor a la tecnología por el costo económico, incluso hoy
en día es accesible el internet a un precio relativamente bajo, todo es
cuestión de crear nuestra propia panacea para nuestra particular situación.
La distancia, ¡terrible juez que sentencia las
condenas más horrendas! Verdugo de héroes, de guerreros, de hombres que
intentaban pero que nunca lograban alcanzar. Odiado por hombres y por animales
a la vez. Justificación de horrendos males.
Podemos decir que nuestro reino a defender (escuela,
área de trabajo, etc.) se encuentra marginado por la distancia, que este se
localiza en algún lugar en el tiempo, que es de difícil acceso. Que las armas
ahí no llegan con la facilidad requerida para dar una batalla constante contra
la ignorancia.
Los vikingos llegaron a Vinland (Canadá), a través de
un mar inhóspito, guiándose con las estrellas y el instinto. Solo viajando en
sus Drakkars, sin la necesidad de
recurrir a nostálgicos llamados de ayuda, como tan habituados estamos nosotros
cuando no encontramos solución a las cosas.
Si los vikingos pudieron resolver sus vicisitudes hace
siglos, sin la ayuda de la tecnología, nosotros que poseemos esta arma poderosa, debemos estar seguros que venceremos. Hay que confrontar autoridades, mover un
dedo o una mano para, de a poco a poco, rodar la piedra que nos estorba.
La gestión es importante, sin importar cuánto tiempo
nos pueda arrebatar esta acción. Gestionando se lograr las cosas, y el honor y
el orgullo permanecen intactos. Solo es cuestión el punto exacto donde atacar,
donde conseguir el tesoro del rey para realizar nuestras expediciones.
Medir nuestras limitaciones, pensar en cómo
contrarrestarlas, tener iniciativa, tratar de fortalecer nuestras debilidades.
Si practicamos y convertimos estas acciones en arte, no habrá obstáculo que no
podamos derribar. Incluso si se trata de un océano incierto, lleno de monstruos
marinos y recubierto por una espesa niebla
donde nuestra vista no alcance si no el final de nuestras manos.
CONCLUSIÓN
Odín colgó durante nueve largas noches mecido por el
gélido viento del norte, no bebió ni comió, su propia lanza atravesó su cuerpo.
Entonces, vislumbró las antiguas runas, y conoció el poder y la sabiduría de
ellas. Odín se sacrificó nuevamente para obtener conocimientos más allá del
alcance del ser humano.
Colguémonos entonces a nosotros mismos del viejo árbol
de la ciencia, clavemos nuestra lanza en nuestra cabeza, como símbolo de abrir
nuestra mente a nuevos mundos, a conocimientos renovados, a fuerzas ignotas
dotadas de filosofía.
Ya sea bebiendo del pozo de Mimir, ya sea colgados del árbol de la ciencia; el objetivo debe
ser el cabalgar en corceles de acero dispuestos a ganar guerras, aunque seamos
superados en número, aunque el ejercito de la ignorancia sea superior, aunque
el escudo que llevemos pueda convertirse en polvo después de recibir tantos
destellos.
Si no avanzamos fuertes y dignos hacia nuestra meta, nadie más lo hará por nosotros. El
enemigo no es la tecnología, el enemigo somos nosotros mismos, nuestros
introyectos, nuestro yo interno. Esa voz que nos dice que no se puede, que nos
pone trabas para guiarnos al fracaso.
Odín se retira a su hogar acompañado de sus viejos
cuervos guías. Nosotros también tenemos nuestros guías, el camino se hará más
corto si confiamos en los recursos que se nos ofrece. El destino tal vez es
incierto, pero nuestra nueva visión de las cosas será la luz que iluminará el
sendero que de ahora en adelante recorreremos.
Lic. Víctor Yudiel Carmona Castillo